Este trabajo pretende adentrase en la naturaleza y en el inconsciente de la mirada, en el hecho del mirar.
“Nunca hay vista fija, la fisiología de la mirada depende de los movimientos de los ojos, a la vez movimientos incesantes e inconscientes (motilidad) y movimientos constantes y conscientes (movilidad). También la ojeada más instintiva, menos controlada, es ante todo una especie de giro del propietario, un barrido completo del campo de visión que se consuma por la elección del objeto de la mirada.” (Paul Virilio)
La imagen vista, imaginada, el rastro que deja. Si no la viera, si no la fijará por medio de la cámara, de mi pensamiento, dejaría de existir, moriría. Sin embargo al registrarla, al imaginar que puedo registrar, con mi cámara-cerebro, ese rastro, esa mirada, esa imagen no fija, en evolución, hacia el futuro, pero también desde el pasado, la hago visible, le doy existencia, me conforma, me forma.
Bajo estas premisas, la ciudad se nos presenta, con una cámara bajo el ojo, como una ciudad mental, en cuanto a creación libre, bajo una óptica personal. Conceptos como imagen, pensamiento, movimiento, creación y desarrollo, forman parte de esta forma de mirar la ciudad.